La educación física y la escuela
Cuando pensamos en la razón para introducir la educación física en los programas escolares, nos parece oportuno señalar que la educación física está allí para contribuir a que el niño logre un estado de equilibrio y armonía entre sus movimientos y su cuerpo, determine su identidad corporal y se forme una imagen de sí mismo direccionada; es decir, que pueda manejar su cuerpo según sus deseos. Además, la actividad física contribuye a la manifestación del niño como sujeto social, favoreciendo la comunicación y relación con sus pares a través del trabajo en equipo y la conformación de grupos. En relación con los deportes y su práctica escolar, Nóbile y Fedi señalan:
Los niños (construyendo estas habilidades) pueden aprender a negociar, acordar, respetar y modificar las reglas que posibilitan la igualdad de oportunidades para todos. Contribuyen a una verdadera escuela de democracia, de convivencia y de participación; de cooperación y de solidaridad, de integración social y pertenencia grupal. A través de ellos pueden aprender a valorar la libertad y la justicia, a tolerar el éxito y la frustración, a reconocer y respetar las posibilidades y límites propios y ajenos, a afirmar la vida, la paz y el bien común por sobre las tendencias destructivas, la enfermedad y las dependencias psicofísicas.1 |
Para hablar de una educación integral, en la que ningún aspecto del ser humano quede librado al azar, debemos considerar (y esto no es ninguna novedad) el cuerpo y la mente conformando una unidad, por lo que la educación física no debe ubicarse dentro del escalafón programático como la hermana menor de las disciplinas intelectuales, sino en un nivel de paridad, ya que una contribuirá con la otra para el desarrollo de logros cada vez más complejos. Vayamos a un ejemplo absolutamente cotidiano y de fácil observación. Basta señalar los avances que se advierten en la motricidad de los niños de tres años cuando trabajamos con ellos el espacio desde lo corporal y lo cognitivo, utilizando simul-táneamente el trazo sobre la hoja de papel y el trabajo en el patio con gis, los niños van reconociendo, indicando, señalando, marcando, observando límites (adentro y afuera, arriba y abajo.), etcétera.
Entre los cinco y los seis años trabajamos grafismo y movimiento, lo cual implica la traslación del dibujo concreto al propio cuerpo ("recorriendo" el dibujo o expresando con el cuerpo lo que el grafismo sugiere). El objetivo es que el niño advierta sus límites corporales, su punto de partida, y que los mismos trazos puedan ser representados con su imagen corporal a través de diferentes estrategias: haciendo un recorrido (es decir, caminando sobre la figura), representándolo con todo el cuerpo, recostándose sobre la figura, etc. El tema aquí pasa primero por la construcción de su noción de espacio y después por la conceptuación del mismo a través de propuestas que lo vinculen con lo concreto.
Aporte al crecimiento y desarrollo
En todo momento, la educación física trabaja sobre la maduración motora. Siguiendo esta premisa, podemos organizar sus contenidos en torno a los siguientes ejes:
. El propio cuerpo. En este eje se trabaja el dominio del propio cuerpo y el establecimiento de los límites corporales; el enriquecimiento del esquema corporal; el desarrollo de cualidades físicas, como fuerza, resistencia, coordinación, equilibrio y creatividad; el cuidado del cuerpo, y, finalmente, la resolución de problemas a través de situaciones corporales.
. El cuerpo en relación con el medio físico. Abarca el establecimiento de relaciones de espacio y tiempo; el reconocimiento del cuerpo a través de movimientos y acciones; ritmos personales en relación con ritmos grupales; armonía de ritmos; coordinación del cuerpo con diferentes objetos; reconocimiento y exploración de las posibilidades de acción que tiene con dichos objetos, y cuidado del medio ambiente.
. El cuerpo como medio de relación social. Esto es sinónimo de comunicación con los demás. La fluidez y sanidad con la que se establezca será resultado del trabajo con temáticas que involucren ciertos valores, como compartir, cooperar, aceptar, respetar, obedecer reglas y normas y construir las mismas desde el espacio lúdico y desde el espacio de relación.
Cabe destacar que en los diferentes ciclos de escolarización, o de crecimiento y maduración del niño, se trabajan las mismas temáticas con diferente grado de complejidad; por ejemplo, el cuidado del medio ambiente no es un contenido que trabajamos a los 7, 8 o 9 años, sino que lo hacemos a lo largo de toda la escolarización del sujeto, a través de desafíos cada vez más elevados para su razonamiento y destreza; lo mismo ocurre en torno al equilibrio, el cuidado del cuerpo, etc., es como si los contenidos se ordenaran en forma de espiral: volveremos a pasar por allí una y varias veces, pero ya no seremos los mismos, de manera tal que las diferentes propuestas enlazadas con la actualidad y los acontecimientos del entorno cobrarán nuevas dimensiones.
Educación física y salud
Al hablar de salud hablamos también de calidad de vida; para ello es indispensable conocer la realidad sociocultural del grupo con el que estamos trabajando, y no sólo nos referimos a conocer sus posibilidades económicas, sino también sus costumbres, sus hábitos, cómo son sus viviendas, cómo es su alimentación y qué implica este "paquete" dentro de los valores que imperan en su medio; además, de manera insoslayable, debemos advertir el rendimiento que cada niño tiene bajo su particular condición y cuáles son los ajustes que podemos hacer (dentro del mismo contexto) para optimizar sus resultados y logros.
El estado de salud o de enfermedad no sólo dependen del diagnóstico clínico; aunque no desdeñamos la asistencia médica, sabemos que "la nutrición, la vivienda, la canalización de aguas, la limpieza y el saber leer influyen muchísimo más en la salud que los medicamentos" (Landaburu, 1996), y esta educación, esta información llega a los niños a través de los agentes encargados de trabajar este concepto: los docentes.
Hablemos de la alimentación: la ingesta diaria nos proporciona la cantidad de energía necesaria para cumplimentar nuestras actividades, es decir, la energía vital que nos permitirá desarrollarnos como sujetos (más o menos) independientes; pero pensemos: ¿cómo nos alimentamos? ¿Cómo elegimos aquello que vamos a ingerir si podemos optar? ¿Cómo podemos evaluar su cantidad?
Carbohidratos y grasas me sirven para la obtención de energía; proteínas, para la construcción de tejidos y órganos. ¿Cómo aprendo su equilibrio? ¿Cómo se logra la armonización para un crecimiento y maduración sistemática y sostenida?
El bombardeo de dietas y pociones mágicas para modelar el cuerpo y bajar de peso son, sin duda, un distractor nocivo para la maduración en proceso de los adolescentes, en pos de una imagen ideal y deseada. ¿Cómo influyen los desequilibrios alimentarios en nuestros adolescentes? ¿Provocan el mismo efecto en todos los sujetos o su configuración informativa y formativa determinan en gran medida su influencia? ¿Podemos ayudarles desde la educación para la salud a defenderse de estos mensajes perjudiciales? ¿Qué pasa con la bulimia y la anorexia en adolescentes que tienen constituida una imagen corporal pro-pia? ¿Qué sucede con quienes la tienen distorsionada y esperan permanentemente la mirada del otro para conformar su esquema corporal?
La educación física puede actuar como un puente en el momento de asistir a los niños sobre la mejor manera de alimentarse, considerando su contexto; su guía servirá como aporte para una verdadera educación para la salud.
Para poner manos a la obra
La inclusión de la educación física como un espacio respetado y asistido por la comunidad educativa necesita su acompañamiento. ¿Cómo lo hacemos? Advirtiendo su importancia, sus competencias y, al mismo tiempo, preparando el terreno para que la huella que deje en los niños sea perdurable y socialmente significativa. Es decir, si queremos que los niños y las familias le den importancia al área, debemos comenzar por darle nosotros la misma jerarquía.
En principio se nos ocurre brindar una serie de pautas para comenzar con un camino de exploración, ya que será fundamental para nosotros saber qué ideas previas tienen, tanto padres como niños, acerca de la educación física. Tengamos en cuenta también qué opinan los docentes y directivos sobre ella, qué grado de importancia le dan.
Es decir que en esta primera instancia nuestra tarea consiste en hacer que los niños, padres, etc., nos acerquen información. Podemos hacerlo de manera directa, a través de encuestas, cuestionarios -con preguntas cerradas o abiertas- o de manera indirecta: solicitando sus opiniones en torno a cuestiones relativas al deporte y su desarrollo, campeonatos deportivos, políticas estatales, otorgamiento de subsidios a algún deporte o la construcción de un estadio en el barrio. Un buen recurso a tener a mano para dominar el artículo sobre el que vamos a opinar es la lectura del periódico, o una acertada búsqueda en la web, ya que allí podemos cruzar actualidad y necesidad. En ocasiones, el comentario y análisis sobre una noticia arrojan información más precisa que un cuestionario donde el entrevistado sabe cuál será la respuesta políticamente correcta, pues conoce perfectamente qué es lo que se espera que un buen padre conteste ante este requerimiento -aunque luego nos preocupa que se olvide de mandar al niño con calzado deportivo el día que tiene educación física (si no media imposibilidad económica) e insista después en que fue sólo un olvido (pensemos cuál es el porcentaje de este tipo de descuidos y tal vez aparezca el porcentaje de boicot a la actividad).
Es decir, la fase de exploración nos sirve para hacernos una idea acerca de la importancia que esta área tiene para los niños y los padres que asisten a esta escuela; cuál es su historia vinculada con la misma, si han practicado deportes anteriormente, si han participado en juegos predeportivos; qué ideas tienen acerca de jugar y cuál es el espacio que brindan a lo lúdico para ellos y sus hijos; cuál es la relación con su cuerpo; dónde reside la importancia de una vida sana, y si advierten el área como una obligación o como un derecho.
La recopilación de la información es un punto crucial para poder diseñar una propuesta educativa que en torno a la educación física (o a cualquier otra área de conocimiento) nos acerque al éxito. Es una forma de conocer a la comunidad con la que trabajamos para brindarle aquello que necesita, acercarle los contenidos en una modalidad que le sea significativa desde lo social y cultural; es una forma de respetar a los chicos como sujetos de aprendizaje y al derecho que las familias tienen de participar en la educación de los hijos, y es, en todo caso, la posibilidad de abrir las puertas para una escuela participativa.
Quienes hemos transitado las aulas algunos años sabemos de la importancia de la escucha interesada e inteligente; esto implica tener los oídos abiertos pero, sobre todo, abierto el corazón. Como docentes podemos hacer muchas cosas diferentes con lo que nos dicen nuestros alumnos y sus padres. También podemos "no hacer nada", pero cuando ponemos nuestra escucha a disposición de los chicos y la comunidad en que están inmersos, podemos procesar esa información que estamos recibiendo, y devolverla en acciones concretas para facilitar sus aprendizajes, habremos entonces agregado la comunicación a los contenidos escolares que eventualmente tengamos que desarrollar, como valor en un ejemplo concreto. Y para ello vale una pequeña sugerencia: acostumbrémonos a llevar registros acerca de lo que los chicos dicen, de lo que sus padres dicen, sus hipótesis, ideas previas, para luego contrastar, comparar y ver la evolución de un pensamiento, o su sustitución. Podremos de esta manera advertir la modalidad de pensamiento que el sujeto tiene y acercarle recursos para que, optimizando estos mecanismos, logre mejores aprendizajes; esto nos servirá, como ninguna otra herramienta, para planificar posibles intervenciones. Sólo conociendo al niño, a la comunidad educativa, se logra ser un oportuno mediador entre ellos y el conocimiento.
Para finalizar, podemos señalar que la introducción de la educación física en la escuela, reporta, en primer lugar, beneficios al propio cuerpo, a su relación con el medio físico y como medio para la relación social. Podemos mencionar como beneficio asociado, o secundario, la educación de valores, pues al enseñarles a "com-partir" -partir con otros- facilitamos la socialización y el trabajo en equipo. Tal vez el primer trabajo en equipo que podemos hacer lleve por título: "La importancia de una educación física para una vida más saludable, que pase por el cuerpo, la cabeza y el corazón".